La fisonomía de La Cala se transformó en el siglo pasado con la llegada del turismo de sol y playa
La fisonomía de La Cala se transformó en el siglo pasado con la llegada del turismo de sol y playa
Una imagen para la nostalgia, que empezó a difuminarse con la llegada de los primeros turistas, allá por los años 50 del pasado siglo XX. La implementación de la fórmula sol y playa y, con ella, el turismo de masas, modificó el semblante de esta pequeña calita, situada entre los acantilados de Benidorm y Villajoyosa. Una casa, situada en la loma de lo que hoy es un precioso mirador, y otra, a pie de playa, eran todas las edificaciones que había en este espacio que pocos años después se convertiría en un lugar codiciado para los visitantes que llegaron de todos los puntos de España y Europa buscando las bondades del Mediterráneo.
La Cala es una pequeña bahía de apenas 270 metros de longitud, delimitada por La Barreta y el Xoriguer, una cresta rocosa que marca su límite por el sur y dibuja un paisaje precioso que un día tuvo esta forma que se puede apreciar en la fotografía. El despertar al turismo supuso un antes y un después y, esta calita, virgen de edificaciones, empezó a quedar atrás. En la década de los 60 empezó a funcionar el hotel La Cala, todo un referente en la zona, y también se construyeron los apartamentos Calafín, en cuyos bajos, se abrió el restaurante El Arenal. Fue el principio de una nueva época que transformó para siempre la fisonomía de La Cala de Finestrat.
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