Finestrat conmemora este sábado su Carta Pobla
Finestrat conmemora este sábado su Carta Pobla
La Plaça de la Unió Europea se vestirá de largo este sábado 13 de mayo para celebrar el 743 aniversario de la Carta Pobla de Finestrat, un documento histórico que significó la conquista y el cambio de tierras, que hasta ese momento estaban en manos de los almohades y, en esa fecha, pasa a manos de los cristianos. Finestrat es mucho más antiguo que su carta de poblamiento. Existen documentos del año 1243 que hacen referencia al castillo, hoy uno de los entornos más visitados por los turistas que se acercan hasta la localidad. Por tanto, este aniversario no conmemora su fundación sino el cambio político y económico que el rey Pedro III, hijo del gran Jaime I, personalizó en la figura del señor feudal Ibáñez Oriola.
La Carta Pobla aporta muchos datos que hace posible que se entienda mejor las características de la sociedad actual. Se puede decir que es un paso más en la evolución histórica que viven todos los pueblos. Cuando el Repartidor de Bienes del Reino de Valencia, Jacobo Llinares, transfirió las tierras al señor feudal Ibáñez de Oriola, los habitantes de este pequeño municipio no notaron demasiado cambios en sus vidas; sencillamente, dejaron de pagar tributo al Régimen Islámico para a partir de esos momentos empezar a rendir cuentas ante el fisco cristiano.
Sin embargo, y pese a las similitudes de ambos regímenes, hay diferencias que permitirán que los pueblos vivan destinos diferentes. Para entender el carácter emprendedor de los habitantes de un territorio, en ocasiones, hay que penetrar en las raíces históricas de su propia cultura. El Reino de Aragón, compuesto por el actual Aragón, Cataluña y Comunitat Valenciana, no se rigió por las mismas leyes que el resto de la España y la Europa feudal. Cuando se produce el cambio, es decir cuando se otorga la Carta Pobla hace 743 años, se establece un nuevo reparto de la tierra, por el cual a cada persona le pertenecían seis yugadas, siendo ésta una medida de la superficie equiparable a lo que pueden arar dos bueyes en un día.
A diferencia de lo que ocurrían en otros lugares que se regían por el sistema feudal clásico, en el que la tierra y los habitantes, que eran siervos, pertenecían al señor feudal, en el Reino de Valencia, las tierras y las personas estaban separadas, por lo que su relación se reducía a que los campesinos pagarán a su señor las doce monedas de oro en concepto de impuestos, que correspondían a doce sueldos. Este pago se realizaba el día de Pascua, en el que se celebraba la festividad de L’ Ereta, fiesta que los habitantes de Finestrat han sabido conservar hasta el día de hoy.
Esta diferencia, que mantuvo el Reino de Aragón con sus vecinos andaluces, extremeños o castellanos, fue de enorme importancia porque permitió la aparición de las clases medias. Una vez que se pagaban al señor los 12 sueldos, en ocasiones, se podía ahorrar el dinero sobrante y, con el tiempo, pudieron adquirir tierras o convertirse en comerciantes. Este pequeño matiz, que introdujo en el sistema tributario el Rey Jaime I, convirtió a estas zonas de España en lugares más dinámicos y ricos frente a otros territorios, que aún hoy necesitan más apoyos para desarrollarse.
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