La fiesta de L’Ereta pondrá el punto final a estas minivaciones de Semana Santa
La fiesta de L’Ereta pondrá el punto final a estas minivaciones de Semana Santa
La Fiesta de L’Ereta es el colofón a estas minivacaciones de Semana Santa. Esta celebración se remonta muy atrás en el tiempo y se sigue manteniendo en la actualidad, si bien el paso de los años se deja notar, ya que algunas de las tradiciones han evolucionado hacia los gustos de hoy, pero la esencia sigue presente. En el Lunes de Pascua, los vecinos de Finestrat se juntan en la Font del Molí, un recinto situado en las faldas del Puig Campana, para comer la Mona, un dulce típico de la provincia de Alicante, que es como un pan quemado con un huevo cocido dentro. Cuentan los más mayores que antes de comerla se realizaba un pequeño ritual, que iba acompañado de la frase “ací em pica, ací em cou, ací em trenque la mona i ací em menge l’ou”. Es decir, antes de dar el primer mordisco se le aplastaba al de al lado el huevo en la nariz. De esta ceremonia ya no queda nada hoy, salvo el recuerdo que ha ido pasando de padres a hijos. Lo que sí ha quedado es la fiesta y las ganas de pasarlo bien, en un día que suele hacer una temperatura superagradable de primavera.
Este lunes día 10 de abril, a las 12:00 horas, en la Font del Molí, los jóvenes, y los que ya no lo son tanto, se reúnen para hacer una comida de hermandad. Se colocan sillas, mesas y la Comisión de Fiestas de Finestrat monta una barra para la comida y las bebidas. Hasta las faldas del Puig Campana se van acercando los amigos, las familias y los festeros de las barracas con el ánimo de divertirse y pasar un buen día. Para los niños y niñas hay castillos hinchables, y la bandeta ameniza con su música el día a todos.
Ayer y hoy los dulces han tenido en el día de L’Ereta un papel muy importante. Además de comer la Mona, antiguamente se colocaban unos tenderetes con turrón y peladillas. Era uno de los pocos días del año que se podían dar el capricho de comer algo especial, y como era primavera, se aprovechaba para agasajar a las pretendientes. Cuentan que algunos años la competencia era tan grande que el novio con más poder adquisitivo llegó a comprar todo el puesto, dejando a los demás “compuestos y sin novia”. De todo este ritual se han quedado los pastelitos, que siguen manteniendo el protagonismo de antaño.
Las monas y los pastelitos de Lunes de Pascua se pueden comprar en el Forn d’Honorato, en el carrer Forn Alt, 1, y en Nou Dolç, 22, en el carrer Nou 22.
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