Miguel Cantó: “Añoro mucho la época en la que La Cala era una familia grande y todos nos ayudábamos”
Miguel Cantó: “Añoro mucho la época en la que La Cala era una familia grande y todos nos ayudábamos”
Miguel Cantó es el decano de los hoteleros de Finestrat. Es propietario del hotel La Cala, que es todo un emblema en la playa del municipio. Abrió sus puertas en 1963, por lo que cuando este 25 de marzo lo haga de nuevo para iniciar esta temporada estival de 2023, llevará más de medio siglo recibiendo turistas de toda Europa.
1. ¿Por qué elegir el destino turístico La Cala de Finestrat?
Principalmente porque es un entorno muy placentero y muy bonito. El turista que viene a La Cala está bien comunicado, no tiene atascos para llegar, que es primordial, tiene todos los servicios cubiertos, desde una farmacia hasta un restaurante, tiene un centro comercial con todo lo que se pueda imaginar y, sobre todo, puede pasear y disfrutar de la playa, que es muy agradable.
2. Este sábado, 25 de marzo, se abre el Hotel La Cala una temporada más y van 60. ¿Cómo era este rincón del Mediterráneo hace medio siglo?
Era muy familiar. Añoro mucho aquellas épocas en las que La Cala era una familia grande, en la que todos se ayudaban a todos. Éramos pocos, muy pocos. Estábamos nosotros, luego, con gran esfuerzo, la gente de Finestrat construyó los apartamentos Calafín, y en los bajos se puso el restaurante, y estaba también el restaurante El Arenal, con el señor Pomero. Poco más. El turista que llegaba tenía un gran poder adquisitivo y cuando lo comparabas con la peseta, todavía era mayor, era mucho más alto. Fueron los pioneros en salir y España vio cómo podía vender sol y playa, y se aferró a ello. Empezaron a entrar las primeras divisas al país y fue cuando el gobierno decidió promocionar a la gente que pudiese construir hoteles y apartamentos. Se habla del famoso viaje del señor Zaragoza (Pedro Zaragoza, alcalde de Benidorm entre 1950 y 1967) a Madrid para entrevistarse con Franco para saber si le daba el visto bueno para desarrollar en Benidorm el turismo porque España necesitaba divisa para poder comprar petróleo, poder pagar la luz y, en definitiva, para hacer frente a las necesidades que había entonces. Se superó todo con agrado, incluso que las mujeres se pudieran poner en bikini en la playa. De hecho, lo que tenemos hoy en día es gracias a ellos y a la gente que apostó con su dinero por construir algo que era nuevo para este país.
3. Habla de añoranza por ese ambiente familiar del principio. ¿Tiene nostalgia? ¿Todo tiempo pasado fue mejor?
Para mí sí y en todos los aspectos. El saber estar, el saber comportarse, no había las envidias de hoy en día. Creo que la gente era más humanitaria que hoy. Se ayudaba más. No hemos evolucionado bien. El progreso nos llevará a la destrucción, espero que tarde mucho, pero no parece que estemos en el camino correcto. No estamos contentos con nada y tenemos salud , vivimos bien, nunca se ha vivido mejor que ahora, nunca hemos tenido lo que tenemos y, sin embargo, no estamos conformes.
4. ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el turismo en la Costa Blanca?
Es una pregunta difícil. El turismo de sol y playa está explotado. Se mantiene pero con una carencia que es muy importante: la falta de agua. Si la tuviéramos, nos permitiría hacer del Mediterráneo la California europea. Es un campo que no está explotado. Podríamos tener un Imserso a nivel europeo, que son jubilados con mucho dinero, que nos permitiría tener turistas los 365 días al año. Sin embargo no lo estamos explotando porque carecemos de este recurso. Si los gobiernos se pusieran de acuerdo y se dieran cuenta que no podemos tirar tanta agua al mar, conseguiríamos un mejor reparto, en función de los intereses de cada zona, que se traduciría en más trabajo, más impuestos y, en definitiva, más riqueza para el país.
5. Usted es el decano de los hoteleros de Finestrat. ¿Piensa en la jubilación?
No, voy a seguir trabajando, haciendo inversiones, creando riqueza y ayudando a mi gente, que es mi mayor orgullo, mi mayor satisfacción. Lógicamente, cada vez me cuesta más, es ley de vida, y no sé hasta cuándo llegaré, aunque espero que sea largo porque sino no hubiera hecho todas estas modificaciones. Levantarme y saber que tengo que venir al hotel me da mucha vidilla. Desearía poderlo hacer mucho tiempo. Es mi ilusión.
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