El madroño, un superviviente de 20 millones de años, que crece en las laderas del Puig Campana
El madroño, un superviviente de 20 millones de años, que crece en las laderas del Puig Campana
El madroño es un árbol que crece en las laderas del Puig Campana. Manuel Mayor Rabasa, El Beato, ha estudiado durante más de 30 años todas las especies que crecen en este impresionante macizo. Gracias a su estudio y generosidad se abre una sección para conocer la flora de Finestrat.
Arbutus unedo. Arbocer. Madroño
¿¿¿Sabías que...???
Necesito un año para madurar, lo hago en otoño, coincidiendo con la floración del año en curso, algo que es muy poco habitual.
Soy un superviviente de hace 20 millones de años, sí, digo bien, cuando el clima predominante en Europa era casi tropical: sin veranos, sin inviernos y con abundantes precipitaciones. Sin embargo, una serie de motivos contribuyeron a mi alarmante reducción:
- el cambio climático que sufrió el planeta: con veranos más calurosos, inviernos más fríos y precipitaciones menos abundantes.
- el abancalamiento del terreno y mi sustitución por árboles más productivos: olivos, algarrobos, almendros, higueras, etc.
- la tala masiva de árboles durante y después de la Guerra Civil Española para poder calentarse, cocinar.
Sólo he podido sobrevivir en las montañas, y en vertientes preferentemente frescas.
He sufrido incendios forestales, sin embargo, a los pocos meses, tras las primeras lluvias otoñales aparecen mis primeros retoños, ya que mis raíces profundas resisten el devastador fuego.
Mi fruto es muy apreciado por todo tipo de aves: abubillas, perdices, jilgueros, tórtolas, etc., que aprovechan mi presencia otoñal para llenar sus buches y poder sobrellevar las carencias alimenticias del invierno. También mamíferos como el jabalí se interesan por mí, sacudiendo el tronco del árbol para hacer caer el fruto y poder engullirlo. Esta tarea la aprovechan otros animales como el conejo, la liebre, las cabras, para llenar sus estómagos.
Mis hojas son el alimento preferido de las orugas de la gigantesca y espectacular, tanto por su coloración como por la forma de sus alas, mariposa del madroño (Charaxes jasius), que deposita sus huevos en las partes centrales y altas de los árboles.
Con mi fruto podéis preparar exquisitas mermeladas, confituras, licores. Tengo que haceros una advertencia, si me coméis muy maduro y en grandes cantidades, puedo llegar a provocaros dolor de cabeza, embriaguez, ya que mis azúcares fermentan de forma natural en alcoholes. De ahí mi término latino “unedo” que quiere decir “uno sólo”, recordando la necesidad de comer sólo uno. Otro día os diré cómo hacer mermelada de madroño.
Estoy presente en el escudo de la Comunidad de Madrid (el oso y el madroño) ya que era muy abundante en tierras castellanas durante el siglo XII y XIII, motivo por el que aparezco; sin embargo, mi presencia actual es bastante testimonial. Para encontrar una posible explicación a su reducción hay que remontarse al siglo XIV, época en la que se tenía la creencia, que resultó ser errónea, como otras muchas, de que las hojas, la corteza y los frutos del madroño sanaban a los enfermos afectados por la “peste negra”, que azotó con virulencia el mundo conocido; lo que provocó que muchísimos ejemplares fueran talados.
Mi madera es apreciada en ebanistería (arte de crear muebles), y como combustible.
Mis hojas previamente secadas se toman en infusión; indicadas en infecciones leves del aparato urinario: *cistitis.
Mi refranero popular: “Estàs més dolç que l’arboç”, “Cuando veas al erizo comiendo madroños, entrando está el otoño”.
*Cistitis: inflamación de la vejiga urinaria que provoca la necesidad de orinar muy a menudo y en pequeñas cantidades.
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